“Mi arquitecto,
debe ser capaz de proyectar y resolver correctamente (con todo lo que el
término implica) problemas no complejos de arquitectura, amoblarlos y
construirlos. Debe tener sensibilidad plástica, conciencia social y
urbanística, un grado de cultura acorde a su nivel universitario y, por sobre
todo, debe tener ética. No concibo la compra de trabajos a los que, luego por
él rubricados, se aceptarán y aprobarán como propios”
Eduardo Sacriste.
NUESTRA POSTURA
Creemos que sin emoción, no hay
arquitectura. La iniciativa, el debate, la autocrítica y la sensibilidad
social, entre otros, son valores fundamentales para la emancipación del
estudiante.
Comprendemos a la teoría como base
de la matriz ideativa del pensamiento proyectual, propiciando en los
estudiantes la construcción de conocimiento con una mirada holística;
entendiendo que la complejidad se da en los sistemas.
Aspiramos a que el Taller sea el
ámbito en el que se produzca “la integración de campos”. Por eso es importante
que el estudiante explique su proyecto en cada entrega, ya que al “escucharse”
y “escucharnos” comenzaríamos a construir el camino apto para los sujetos
“desviantes” que puedan conducirnos a una revolución de pensamiento, a un
cambio de paradigma.
EL TALLER
Paralelamente al desarrollo de la experiencia
en el estudio de arquitectura, algunos arquitectos ejercemos la docencia en el
Taller. Es obvio que nuestras preocupaciones se trasladan en forma casi literal
al trabajo docente, pero tratando de clarificar siempre que en el Taller se
hacen ejercicios de simulación tendientes al aprendizaje del diseño de
edificios. Por esto, se hace imprescindible un ordenamiento lo suficientemente
claro que permita una eficaz comunicación con los estudiantes, de manera tal
que los objetivos de aprendizaje que se proponen, sean alcanzados.
En los Talleres de Arquitectura, el
estudiante aprende a afrontar el
problema de diseño. Es por esto que el objetivo de cualquier taller de
Arquitectura, sean el nivel que fuesen (de 1° a 6° año), es que el estudiante
sea capaz de proponer soluciones de diseño formulando pautas a partir del
conocimiento de la realidad donde se insertará el edificio.
EL ESTUDIO DE LA
REALIDAD DONDE SE ACTÚA
Dado que esa realidad es lo suficientemente
compleja como para estudiarla, se realiza una abstracción dividiéndola en 4
aspectos: Funcionales, Ambientales, Sociológicos y Simbólicos. Como la idea es
la de proponer soluciones de diseño –a partir de las pautas formuladas– es necesario
el estudio de los recursos con que cuenta el diseñador, los cuales se dividen
en dos grupos: los Tecnológicos y los Morfológicos.
La división, exclusivamente intelectual, que
se hace de ese complejo fenómeno que llamamos realidad, ambiente, entorno o
contexto, no debe entenderse como que son elementos que actúan separadamente,
sino por el contrario, tienen una acción simultánea, lo cual hace más difícil
–y a la vez apasionante– la toma de decisiones del estudiante.
La reflexión que suscita el estudio previo
del entorno que va a influenciar o condicionar al edificio a diseñar, es lo que
nos permite dialogar –y discutir– con los estudiantes; más que la solución
propuesta, la intención o razonamiento que la sustenta, tratando así que
desaparezca la “solución” inducida por el docente-diseñador a la manera como él
lo haría.
LA ESCALA
El objetivo general -de que el estudiante sea
capaz de proponer soluciones de diseño formulando pautas a partir del
conocimiento de la realidad donde se insertará el edificio-, se pretende
alcanzarlo en todos los niveles del aprendizaje (de 1° a 6° año), pero variando
en complejidad y profundidad de estudio creciente a medida que se avanza en la
carrera.
La complejidad va manifestándose desde el
primer curso, donde se busca un predominio a los elementos del ambiente natural
como objeto de estudio, y al mismo tiempo incentivar la capacidad de
observación de la realidad, predominando sobre la solución del objeto a
diseñar.
En los cursos subsiguientes se incorporan
elementos, no sólo del entorno natural, sino de los que llamaríamos ambiente
“cultural”, que se torna cada vez más complejo y va acrecentando la escala de
análisis y la consecuente propuesta de diseño.
Consideramos las siguientes escalas: de la cuadra (I); vecinal (II); barrial; ciudad (IV) y territorial (V).
Consideramos las siguientes escalas: de la cuadra (I); vecinal (II); barrial; ciudad (IV) y territorial (V).
LOS FINES Y LOS
MEDIOS DEL QUEHACER ARQUITECTÓNICO
El estudiante se enfrenta en el proceso de diseño, con el desafío de
distinguir los fines y los medios del quehacer arquitectónico. Por lo tanto,
será capaz de resolver los ejercicios, formulando pautas a partir de los cuatro
aspectos en los que dividíamos la realidad, encarándolos a partir de la organización funcional, el marco
ambiental, los aspectos sociológicos, los aspectos simbólicos.
En cuanto a los aspectos simbólicos no son,
por el momento, más que una inquietud que tratamos de presentar a los
estudiantes, y no forman parte de una búsqueda ordenada e intensa. Obviamente,
tampoco forma parte de la evaluación de las propuestas que se realizan.
Los recursos con los que cuenta el diseñador
para la concreción de sus ideas, las podíamos dividir en dos grandes grupos: Los recursos tecnológicos (la
problemática constructivo-estructural de los edificios, su ordenamiento y
racionalización, muy ligados a la economía de presupuestos) y los recursos morfológicos (ligados a la
limitada capacidad del diseñador para imaginar y consecuentemente proponer
determinadas formas)
Este proceso abstracto de la construcción del
pensamiento comprende el proyecto del espacio, que para poder materializarse
necesita un vehículo de comunicación, que es gráfico.
LA CRÍTICA
El estudiante debe tener en cuenta ese
entorno de referencia, en donde se sitúa su hipótesis de diseño, en el
convencimiento que existe una estrecha e inseparable relación entre el edificio
y su entorno (tanto natural como cultural), por lo tanto su conocimiento será
fundamental para poder comprenderlo y llegar a la formulación de pautas de
diseño.
Estas premisas no deben tomarse como verdades
irrefutables, sino por el contrario, se debe fomentar su constante
cuestionamiento, como una manera de acrecentar la reflexión y la posibilidad de
que aparezcan nuevas ideas o se reformulen las ya
existentes, para así enriquecer las propuestas de diseño que se realicen.
Fomentamos, por lo tanto, la crítica en el
Taller entre estudiantes, ya que los ubican en crisis, puesto que la crítica
docente es vista como dogma por parte de ellos.
Si bien el aprendizaje de desarrolla durante
todo el proceso de diseño, es precisamente en la crítica donde el estudiante se
para y puede comprender el camino emprendido y los desafíos a cumplir.
LA EVALUACIÓN
Por último, es interesante hacer referencia a
la evaluación de las actividades realizadas en el taller por los estudiantes,
con los propósitos de alcanzar los objetivos que plantea el curso.
En
el transcurso del año se trata, fundamentalmente, de orientar a la reflexión
sobre el sustento de la toma de decisiones en el diseño, la evaluación se la
realiza en forma continua (en el tiempo), y una evaluación final (al concluir
el trabajo).
La
evaluación tiene una ponderación que va variando a medida que se trate de
estudiantes más avanzados en la carrera, de manera tal, que la valoración del
objeto diseñado comienza con un peso relativamente pequeño en el primer curso y
máximo en el último.
ENSEÑANZA-APRENDIZAJE
EN EL TALLER
Lo que intentamos en el Taller es
perfeccionar la práctica del aprendizaje del diseño (pues pensamos que no se
“enseña” como hacerlo). Por lo tanto, se hace imperioso recurrir al auxilio,
previo conocimiento, de la didáctica y la pedagogía como camino para intentar
superarla en la esfera que nos toca actuar.
El principio metodológico de un taller de
Arquitectura es aprender haciendo. La cultura del taller debe ser un ambiente
de aprendizaje activo, que tenga como objeto comprometer a los estudiantes con
los valores del optimismo, respeto, autonomía, innovación, crítica y
colaboración.
No sabemos si lo que queremos hacer desde el
Taller de Arquitectura producirá mejores arquitectos. El paso del tiempo y un
constante cuestionamiento de nuestras acciones, servirá para enfatizarlas o
desterrarlas.